Balcón de Haría

Por Gregoriogregorio Barreto Viñoly

 

De las peripecias y sacrificios de antes en el laboreo del cultivo de fincas

 

 

Las labores llevadas a cabo en el cultivo de las fincas siempre han sido muy duras y, si ahora lo son, cuando es poca la gente que ya se dedica a ello, digamos que antiguamente lo eran bastante más por las incomodidades y sacrificios que ello llevaba consigo. Vamos a hacer unas referencias para meternos de lleno en el tema que nos ocupa, así por encima: Digamos, en primer lugar, que a principios de los años de 1900 y hasta 1920, aproximadamente, el peón sólo cobraba normalmente por su aperriado trabajo un salario diario de una peseta, llegando hasta un tostón, que era una peseta y un real, o 1,25 pesetas.

 

A partir de 1920 ya se solía pagar hasta dos pesetas y hasta medio duro (2,50 pesetas). Fue en los años de 1940 cuando subieron un poco los jornales y se llegó a pagar hasta a 10 pesetas el día. Eso siempre en unas jornadas de trabajo de sol a sol y sólo con unos descansos, a los que se llamaban fumadas, de un cuarto a media hora, normalmente se hacían dos por la mañana y dos por la tarde.

 

Las fincas solían estar bastante distantes y había que llegar a ellas antes de salir el sol, porque si no se perdía el día, ya que no admitían al peón y tenía que volverse a su casa sin ganar el jornal. La rigidez era una norma que se respetaba como una ley y entonces no había derecho al seguro, que vino mucho más tarde.

 

Antes no habían medios de locomoción y a la finca había que llegar caminando o en burro, que era lo más normal. Los peones sabían tan bien la lección que yendo para la finca, si sabían que no iban a llegar a tiempo de ver salir el sol, por su cuenta viraban para atrás de una forma consciente. La caminada era un trabajo a veces tan duro como el propio trabajo y así lo expresaban algunos entonces.

 

Hay que valorar además que al trabajo no sólo iban peones, también iban las mujeres que trabajaban de peonas. A ellas les pasaba lo mismo con la rigidez en los horarios y en las condiciones de trabajo, alguna hasta acudía embarazada. Las mujeres solían hacer unos trabajos específicos y se les buscaba mucho para plantar las sementeras con el plantón, tanto granos como papas. También se las avisaba mucho para la recolección o arrancado de las sementeras y para las eras en los días previstos para trillar y escardar.

 

Las mujeres solían pasar frecuentemente en los días en que el dueño avisaba gente para ir a arrancar la sementera. Si la sementara no estaba ‘amorosa’ porque la paja se estropeaba mucho o desmigajaba, pasaban días en los que yendo toda la gente a una determinada finca para arrancar la sementera el dueño decidía si se seguía trabajando o no, porque si refrescaba un poco podía ‘amorosar’.

 

El dueño mandaba a los peones y peonas para sus casas y ese día los peones y peonas perdían el día y no cobraban nada. Es lamentable pero cierto. Igual pasaba cuando los peones iban a una finca para arrancar, si notaban por el camino que la sementera estaba ‘bronca’ viraban para atrás y se iban para su casa, perdiendo el día.

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.

ACEPTAR
Aviso de cookies
Accesibilidad