Un regalo para el pueblo – Mural de Manrique en la Ermita de Máguez

La única obra religiosa de César Manrique se encuentra en el norte de Lanzarote. Se trata de un mural de canto rojo en la ermita de Máguez que pocos conocen, como tampoco su historia. Fue inaugurada hace 45 años.

 

Texto: Cornelia Girndt, periodista.

Fotos: Girndt, Bernard, fotógrafo anónimo, imágenes históricas cedidas por Juan Santana.

 

 

Es un día soleado de invierno, cuando César Manrique, luciendo un suéter, asiste a la inauguración de la iglesia de Máguez. El 7 de diciembre 1974, al final de las fiestas de Santa Bárbara, se hace realidad el sueño de los vecinos de Máguez.

 

Este pueblo del norte de Lanzarote nunca antes había visto tantos dignatarios: el obispo de Canarias saluda a César Manrique y a Pepín Ramírez Cerdá, quien en su función como presidente de la isla y como amigo de Manrique, promovió durante 14 años la transformación de la isla.

 

En el primer banco de la iglesia, se encuentran el comandante de la Marina y el lugarteniente de Francisco Franco en las Islas Canarias. Junto a ellos, Juan Santana de León, el joven alcalde del Ayuntamiento de Haría, que dirigió enérgicamente el proyecto de construcción durante varios años.

 

La nueva iglesia es hermosa, al estilo de la arquitectura rural de la isla, se presenta en el escenario una espaciosa plaza, diseñada por César Manrique.

 

Pidieron ayuda a César y él diseñó el mural

 

César y su equipo estaban trabajando en los Jameos del Agua en ese momento, a pocos kilómetros de distancia. Muchos de los obreros venían de los pueblos del norte de Lanzarote.  Algunos de Máguez le pidieron que echara un vistazo al proyecto para la nueva iglesia. Con certeza, el presidente del Cabildo habría comentado también el tema a Manrique – declara Santana.

 

Su regalo para el pueblo fue un mural de canto rojo de la cantera de Guatiza. Un grupo de cuatro canteros dirigido por el capataz Benjamín Niz fue trasladado a Máguez para trabajar en la ermita. Así, el 18 de noviembre de 1974, solo dos semanas antes de la inauguración, comenzaron a erigir un muro de cantos rojos, de siete metros de largo y cuatro de alto, tras el altar.

 

Cuenta Juan Santana: “recogí a César por la mañana en su casa en Tahiche. Trajo un boceto en papel y dibujaba las figuras en el muro volcánico. Luego instruyó a los canteros sobre cómo trabajar en el mural”.

 

¿Qué podemos ver en él? “Nosotros decimos, que son dos ángeles” – comenta el sacristán, Víctor Hernández Pérez. Sin embargo, también podrían ser simples signos abstractos. Completan el mural, un sagrario y dos candelabros suspendidos del techo, piezas de cerámica creadas por el famoso artesano Juan Brito.

 

 

La antigua iglesia, un peligro para los creyentes

 

La iglesia de más de 230 años, situada al final de la calle Sta. Bárbara se encontraba en ruinas y el techo amenazaba con derrumbarse. Un pueblo con 1.200 habitantes, ¿sin iglesia? ¡Imposible!

 

A principios de 1972 diecisiete socios fundaron la ”Comisión Pro-Reconstrucción de la Ermita de Máguez”, entre ellos Gregorio Barreto Viñoly, cronista de Haría, y Juan Santana, profesor también en Haría, que poco después sería nombrado alcalde del Ayuntamiento y asumiría la coordinación del proyecto. El joven de 28 años escribió cartas de ánimo a los ciudadanos así como otras solicitando colaboración, convocó reuniones y redactó cartas de agradecimiento.

 

Incluyó treinta puntos en su impresionante lista de tareas. Juan Santana, hoy de 75 años, guardó estos documentos en un archivo. Gracias a esta información sabemos que el 2 de febrero de 1972 cientos de ciudadanos se reunieron en el Centro Democrático de Máguez. Entre todos decidieron que cada familia contribuiría con 2.000 pesetas para la nueva iglesia. Un grupo de jóvenes recorrería el pueblo para recoger mensualmente las cuotas.

 

“Sí, fue un montón de dinero para una familia de agricultores” – afirma Juan Santana, que ganaba 5.000 pesetas al mes como profesor en la escuela del pueblo. “La gente podía reunir las 2.000 pesetas, en Máguez todo el mundo tenía su finca y su casa”.  Además, era tradición en los pueblos de Lanzarote velar por sus propios intereses.

 

Se enviaron también peticiones a más de 90 personas de Máguez, que habían emigrado y ganaban lo que la familia de un agricultor no tenía en abundancia: dinero. En paralelo, se fue hablando con unos albañiles para que pudieran empezar a trabajar en cuanto hubiera dinero disponible.

 

 

Era un proyecto de la comunidad, del pueblo

 

Mientras tanto el alcalde, Juan Santana, había seleccionado un terreno con casi 2.500 metros cuadrados, muy cercano a la antigua iglesia. Comenzó las negociaciones con la propetaria Dolores Romero Toledo y el Ayuntamiento de Haría lo compró por 187.000 pesetas, no fue barato.

 

“Queridos hermanos” – escribió Juan Santana en uno de los primeros boletines – , “la ermita no la construye ningun organismo oficial, por lo que no nos queda otra alternativa que realizar nosotros la mayor aportación”. La poderosa iglesia católica, ¿no dio dinero? “Nada”- dice Santana encogiéndose de hombros -, “casi nada vino de allí, excepto la licencia y la consagración de la iglesia”.

 

En la tienda del pueblo se colocó una lista con las contribuciones que se iban haciendo, de esta manera se publicaba con transparencia las aportaciones de cada familia. Al final, 257 familias de Máguez aportaron la base para construir su iglesia.

 

Juan Santana logra el compromiso del Cabildo

 

El 18 de mayo de 1972, Juan Santana envió una carta urgente al presidente del Cabildo Insular de Lanzarote, Pepín Ramírez. En ella, los miembros de la comisión pidieron enfáticamente a Pepín Ramírez que el Cabildo se hiciera cargo de la gestión de la construcción “tan pronto como fuera posible”. En los años setenta, Ramírez puso en práctica las ingeniosas ideas de César Manrique junto a Luis Morales, Jesús Soto y Antonio Álvarez, dando lugar a los Jameos del Agua, el Mirador del Río, el Almacén, entre otros.

 

El Cabildo colaboró con 1.600.000 pesetas para adecuar la nueva plaza de la iglesia y la calle. “No teníamos que estar agradecidos por ello” – dice Juan Santana. “Nosotros en el norte teníamos derecho a percibir parte de los ingresos turísticos de Jameos del Agua y la Cueva de los Verdes.”

 

“Fueron los empleados de la Oficina Técnica del Cabildo, quienes planearon y construyeron la Iglesia” – recuerda Juan Santana. Varios albañiles del Cabildo cambiaron temporalmente su trabajo para dedicarse a la construcción de la iglesia. Bajo el capataz Severo Villalba, de Máguez, a partir de mayo de 1973, se pusieron los cimientos y se empezó a levantar los muros.

 

Pero, ¿quién fue el arquitecto? El único arquitecto de esta iglesia, a menudo fotografiada, no parece existir. Una cosa es cierta: la iglesia de Máguez fue planeada y edificada por un ingenioso equipo creativo que, en aquella época, construyó elegantemente los Centros de Arte, Cultura y Turismo.

 

Y César coronó la hermosa iglesia de Máguez con un mural.

 

 

Gracias a Juan Santana por su testimonio, a Grego Matos por su apoyo en la investigación y a la traductora.

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