Niño, hombre, padre. Por Reyes Concepción

Fui niño que trabajaba

calzando las alpargatas

en mis piernas flacas.

Andando las veredas

con el burro a cuestas.

Cantando tan fuerte

para que el mismo Sol

se despertara al verme.

 

 

Fue pasando el tiempo,

como joven fui creciendo,

en hombre me convertía,

hasta bigote tenía.

 

Y la conocí en una verbena

a la mujer blanquita,

de boquita roja,

de negra melena.

Suena una melodía

que escucho todavía.

 

Tiempos de lluvia y sol,

tiempos de alegría y penas.

Las manos maestras

se mueven con tesón,

arte llevo en ellas,

ingenio en el corazón.

 

Fui padre, después de marido,

pronto llegaron los hijos.

No hay nada mejor

que nos mande el Señor.

 

Ahora me extraña el Sol

porque ya no le canto.

Ya tengo otro sabor,

mi voz no suena alto.

Ahora en el cielo

sonríe tierna la Luna

a estos hombros viejos,

a este hombre con arrugas

 

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