EXPOSICIÓN Fotopoemías. Lo oculto… Lo evidente

ENCABEZADO

Olga Herreros Quintana

 

Olga Herreros nace en Vitoria y reside desde hace 31 años en Lanzarote, trabajando de jardinera y paseando su mirada por lo que le rodea.

 

Ha hecho una exposición sobre el cementerio de Haría, en Los Aljibes de Tahiche.

 

Dicen que el vuelo de una mariposa es capaz de provocar huracanes en el otro extremo del mundo. De algún modo el aletear de una mariposa, el golpe de una gota en el suelo, o el calor de un abrazo, provocó que Olga formase parte de nuestra vida, con la energía de un torbellino, con las ganas de hablar y ser escuchada, porque son muchas las cosas que tienen que contar unos ojos que lo han visto todo en cada amanecer, en cada tormenta, en cada paso que ha dado como mujer, amiga, como madre y creadora de belleza.

 

Si el Big-Bang hubiera que localizarlo, un buen lugar para hallar el núcleo de tanta energía concentrada, capaz de crear un Universo, podríamos hallarlo en las imágenes que Olga nos ofrece en esta exposición, que acompaña de palabras, que son contrapuntos de una melodía personal, que nos sugiere y lo que es mejor, nos hace pensar sobre nuestro peso en un mundo que a veces creemos pequeño y otras veces nos desborda y sobrepasa.

 

Olga nos ofrece un ancla que sólo se agarra al viento y sin embargo, es el mejor lugar para contemplar y comprender la vida.

 

Tiene un amplio currículum de experiencias, de conversaciones en la mesa de una cocina, de altibajos temperamentales, de libros que son vidas… Un pez no puede trepar a un árbol… o tal vez, sólo depende del nivel del cauce del río…

 

Es agua y fuego, es viento frío y calor imprevisto, es una herida abierta a todo roce de sentimiento, demostrando a quienes la conocemos, a quienes la conocieron y las que quedan por llegar, que el arte es uno mismo, y saber como demostrarlo es el triunfo personal, tan efímero y elemental como el vuelo de una mariposa al otro lado del mundo.

 

Dedica esta exposición a una amiga cuya presencia ya no puede abrazar más que en una fragancia o en un recuerdo, pero cuya fuerza dejó semilla en ella y en muchas otras que caminan soñando, y por supuesto, dedica la exposición que aquí nos regala, a su corazón, a su hijo, a Kenari, una obra de arte expresada en carne, huesos y pensamientos compartidos.

 

Texto: Carolina Santos
Periodista

 

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