El Mirador de Guatifay

gregorio

Por Gregorio Barreto Viñoly

 

 

Recordando antiguas idas y venidas en el Camino de Los Cascajos

Queremos hacer referencia especial a aquellas antiguas idas y venidas por el popular Camino de los Cascajos, cuando no había medios de comunicación e imperaba la pobreza en todos los aspectos cotidianos y sociales.

 

Hacemos una nominación genérica de Camino de los Cascajos, pero hay que tener en cuenta que dentro de este camino se hizo una derivación, a finales del siglo XIX, que fue denominada y conocida por Portillo de Bonilla, que se adentra desde la confluencia en lo alto de dicho Camino, donde luego se situó un aljibe, con dirección hacia el centro de Máguez.

 

Su nombre parece obedecer a un señor apellidado Bonilla, que vivió en la indicada confluencia, haciendo un camino y luego dicha calle donde antes solo había una vereda, la cual estaba situada dentro de los terrenos de la propiedad del ricachón Pablo Luzardo Ramírez, conocido por ‘El Indiano’. También la zona alta de este Camino ha sido conocida por Las Paredes, que algunos todavía recuerdan.

 

Este camino tiene muchos secretos, en especial de los jóvenes que lo cruzaban los domingos y sábados, cuando eran muchos los que se iban desde Máguez a encontrarse con sus novias en Haría, o viceversa, venían desde Haría a encontrarse con sus novias en Máguez, y en especial para festejar en los bailes de timple y guitarra que había entonces.

 

También se usaba para ir al cine, e incluso pasaron el médico y curanderos por allí, montados en burro y más tarde en moto. Sería bueno aplicar la consulta de “si los caminos hablaran”, porque habría mucho que recordar. Este camino dio motivo a muchos esguinces o desconches, porque era muy malo, con un empedrado por partes, hasta que se abarrancara. Fueron muchas las borracheras cruzadas, en un camino que tenía fuentecitas que manaban algo.

 

Este camino fue de encuentro de bebedores y personas que querían pelear. Recuerdo de haber tenido una conversación con el maestro de Haría y gran caballero, que fuera Don Manuel Socas Socas, y este me dijo que sabía de un encuentro, que se sucedió en el Camino de los Cascajos, de dos hombres que intentaban pelear, sin importar con quien, y es que dice que se encontraron un padre llamado Cirilo Betancor Camejo y su hijo Francisco Betancor Perdomo, conocido por Frasco el de Cirilo, y al acercarse se agarraron a pelear, y en la pelea se dieron buenos tortazos, y al final se dieron cuenta de ser padre e hijo y se perdonaron, y esta era una gran anécdota de él.

 

Este fue un lugar muy abarrancado por las lluvias y así la gente solo se iba caminando o tirando por las bridas de un animal doméstico. Estas barranqueras dieron algunos problemas de noche y fueron muchos los que cayeron en ellos, en especial en la parte del Portillo de Bonilla, al que se le decía también Cuesta de Inocencia.

 

De este camino también se recuerda cuando los niños o jovencitos se hacían sus carros de madera y se ponían en carrera a ver quien avanzaba más, y de este hecho vienen a la memoria Salvador Romero Betancor y Marcial Barreto Viñoly y otros.

 

También se recuerda de ver a algunas personas usando su bicicleta cuando se iban al trabajo, cuando el camino estaba algo mejor. Así, se recuerda a Rafael Morín Perdomo cuando venía desde Haría a la tienda de Salvador Borges Dorta a Máguez.

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