Desde mi Atalaya. Por Jesús Perdomo Ramírez

El Agua de Haría: Tesoro de Lanzarote. Parte I

 

Desde tiempos históricos Haría es una de las zonas más ricas de la isla por su climatología, por su abundancia en agua, cultivos, cosechas, paisaje, naturaleza, etc. En este apartado vamos a intentar recoger todos los datos posibles sobre el agua en este municipio, mediante obras que aún perduran e incluso con documentos escritos.

 

Haciendo un recorrido por su historia encontramos unos protocolos de 1560 que hacen referencia a los bienes de este pueblo: unos pozos y algunas fuentes. El de Tenala, el que dice de Juana, el pozo de Gregorio, el pocillo de las Mujeres y el que está junto a las casas que fueron de Rui Leme. Una fuente que dicen el Chafariz de Haría, una fuente junto a la Huerta de Juan de Elvira, que dicen Buen Hombre, y la fuente de Temisa (estas referencias las hace D. Juan de Higueras en el libro del Cabildo de la isla de Lanzarote, año 1560).

 

El escribano público y del Cabildo de Lanzarote, en 1618, Salvador de Quintana Castrillo, realiza una nota sobre una venta real de Roque Rodríguez, vecino de Lanzarote, a Leandro Perdomo Salazar y Pedro de León de la parte que le corresponde del pozo que llaman Ariete, que compró a Adán Hernández, su suegro, por escritura ante Baltasar González, escribano público que fue de la isla, por 350 reales de plata castellanos, los cuales han recibido en dinero de contado.

 

En 1658 el cura de Haría, el Bachiller Juan de Figueroa, solicita autorización para fundar una capellanía en este valle, por lo que pide un sitio para levantar casas, huertas y abrir pozos en ella. El Cabildo acuerda que sea el alcalde de dicho pueblo, Baltasar de los Reyes, quien señale el lugar apropiado para esta capellanía (notas de D. Francisco Hernández Delgado, en Raíces Históricas del pueblo de Haría).

 

Como nota de la época encontramos, en el archivo de la parroquia de Haría y fechado el 28-09-1663, el nombre de Luis Perdomo, hijo de Antonio Perdomo, “por haberse ahogado en un pozo”; quizás fuera la primera víctima mortal. Hay personas en este pueblo que aún recuerdan con ansiedad el último fallecimiento en uno de los pozos del municipio allá por 1960.

 

Hay otras menciones en las que según la descripción, realizada por Varela y Ulloa en 1788 y publicada por María José Fernández, del derrotero de Lanzarote, Haría estaba situada en un valle frondoso y muy abundante en aguas y manantiales. Todo el valle estaba bien poblado y la mayor parte lleno de casas. En aquella época se construía la capilla mayor de la iglesia con la ayuda de las limosnas del vecindario.

 

Un informe anónimo del siglo XVIII (1776) y publicado por Alberto Anaya y Manuel Lobo, dice que “Haría, tiene algunos pozos antiguos y se crían aquí muchas hortalizas y también higueras, palmas y otros frutales…”.

 

Pascual Madoz 1845-1850 (Canarias), al observar el pueblo de Haría, sobre el agua, escribía así: “cuyos vecinos se surten de agua para sus usos de las de pozo, salobres y ferruginosos, conociéndose su mala calidad por el color que toman los dientes de las personas que la beben, que es hierro oxidado”.

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