Balcón de Haría

gregorio

Por Gregorio Barreto Viñoly

 

 

Antes se plantaba todo y había hambre y ahora no se planta y hay abundancia

 

Con la evolución de la sociedad, se nos presenta al menos un fenómeno curioso, que es digno de analizar y valorar en su justa medida, y digamos que antes, desde la antigüedad remota hasta los años de 1960, se plantaban todos los terrenos cultivables, pero no solo en Haría, sino que además a niveles de la isla de Lanzarote y archipiélago, y es que la sociedad actual, con la integración del turismo y de todos los referentes inherentes, vino a perjudicar de una forma muy importante al sector agrícola, y por ello cuando antes se plantaban todos los terrenos posibles, hasta lo más alto de las montañas, incluso hasta terrenos eriales, todos se cultivaban con las variedades que más convinieran a la calidad del terreno, y vaya que desde las vegas, que eran los terrenos preciados, de primera calidad, donde se plantaban papas, millo, garbanzos y garbanzas, lentejas y otros, en las partes en que los terrenos eran de baja calidad, se plantaban chícharos, cebada y varios cultivos de forraje como chicharetas, calcozas y otros para los animales, o se dejaban para que creciera la hierba buena, y se plantaban también muchas habas para aprovechar la punta de habas para forraje de los animales amarrados dentro de las gañanías de las casas, que al fin significaban un buen renglón.

 

Pero es que se quería aprovechar tanto el terreno, que se plantaba hasta debajo de las higueras. Pero resulta que entonces, cuando se plantaban todos los terrenos, había hambre y la gente tenía que emigrar para las Américas, porque llegaba a haber hambrunas tan importantes que hay referencias de que mucha gente llegaba a morir de hambre, en los años 1700 y tantos, y eso es muy lamentable, pero hay que creerlo porque hay datos de ello, y ahora que se planta todo, resulta que no hay hambre y gracias a que recibimos de fuera muchos alimentos que antes cogíamos en nuestras fincas, pero que ahora en nuestros campos solo se ven aulagas, malas hierbas, algunas aprovechables y otras no, higueras y otros árboles que ya están petisecos y alguna choza o almacencito como cuarto para aperos de labranza, alguna palma también petiseca o muy enhierbada en su tronco, muchos pastizales y poco más, y así en nuestros campos actuales impera la desolación y el abandono de una forma palpable.

 

En fin, que se nota una gran incongruencia entre los campos de antes con los de ahora, y una gran diferencia entre la abundancia de antes y la miseria de ahora, aunque ello se palíe con todo lo que nos viene de fuera, pero esa es la situación y tenemos que conformarnos con ella, porque es la pura realidad y es lo que hay y lo que domina.

 

Pero hay que seguir el devenir de la sociedad, y no podemos pensar que sería bueno emplear a nuestros jóvenes en los campos que tenemos abandonados, para contribuir, siquiera en parte, a la recuperación de este sector, porque el provenir que venga desde ahí es irrisorio, ruinoso, inútil o lamentable, y tenemos que ir con los tiempos que nos rodean y presiden nuestras operaciones o intervenciones.

 

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