Desde mi Atalaya. Por Jesús Perdomo Ramírez

La desaparición de ‘los niños de Haría’ en 1970: ¿Un misterio?

 

Haciendo memoria histórica de este pueblo queremos hacer alusión a unos hechos que sucedieron y que afectaron a toda la población de Haría y de la isla de Lanzarote.

 

A pesar de haber transcurrido hace muchos años queremos ofrecer un recorrido por los acontecimientos ocurridos. Han pasado varias décadas y lo más destacado y significativo que hizo aflorar nuestros sentimientos fue la desaparición de ‘los Niños de Haría’ el 4 de agosto de 1970. Años después fueron encontrados los restos mortales de los niños desaparecidos, Rafael Méndez Luzardo y Juan García Machín, en el acantilado de Famara. Por ello queremos destacar y mostrar nuestro empeño en el misterio de este triste suceso.

 

Rafael Méndez Luzardo y Juan García Machín tenían 10 y 9 años en el momento de su desaparición.

 

Todos los vecinos se esforzaron en su búsqueda desde el primer momento, sin lograr nada positivo. La población estaba sorprendida del calado y la fuerza que estaba adquiriendo para lograr encontrarlos con vida. Era víspera de Las Nieves y todas las personas se dirigieron hacía la montaña de Haría, hacia Elvira Sánchez, montaña de Aganada, Valle Temisa, Rincón de la Paja, Acantilado de Famara, Rincón de Haría, playas, pozos y aljibes en su búsqueda.

 

Los niños salieron de sus casas sobre las diez de la mañana de ese día. Sus padres al ver que no regresaban a la hora del mediodía dieron la voz de alarma sobre las cinco de la tarde ante las autoridades competentes. Los vecinos se acercaban a sus domicilios para ver, colaborar e informarse sobre lo sucedido.

 

Pasan los días y aumenta la tensión entre las familias de los niños y vecinos del pueblo. Siguen en su búsqueda y nadie da crédito al misterio absoluto que rodea la desaparición.

 

Hay que destacar la labor humanitaria de la Guardia Civil de todos los puestos de la Isla, así como la colaboración de los vecinos de Haría, que en aquellos momentos estaban pendientes de cualquier noticia, así como el juez municipal de Haría, D. Antonio Matías Perdomo Tejera, los especialistas risqueros del pueblo Marcial Lemes Zerpa, Virgilio Paz Noda, Vicente Fontes Dorta y Elías Miralles Curbelo. Fueron muchos los voluntarios que se atrevieron a bajar y subir el risco de Famara en busca de los niños desaparecidos. Pero días después de la desaparición la emisora Cultural de Canarias, radio ECCA, divulgaba la noticia e incluso vecinos anónimos llamaban a dicha emisora con el convencimiento de que estaban en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. De hecho los cuerpos de seguridad de Gran Canaria realizaron un extraordinario trabajo de rastreo e investigación sin resultados positivos.

 

Días después de la desaparición de los ‘niños de Haría’ todavía existía la desesperante incógnita de encontrarlos con vida. Rastrearon el valle de Temisas, el manantial del Chafari, la zona conocida como el Rincón, la cueva de las Toscas, que fue explorada e inspeccionada antes de ser derrumbada por el especialista Nicolás Reyes Espino. También dragaron la charca de Julio en Tesnesia. En fin, un mundo de misterio.

 

El pueblo entero vivía pendiente de esta tragedia, cuyo desarrollo se seguía en toda la Isla. Los periódicos se agotaron en la isla de Lanzarote esperando información sobre el caso.

 

Los cuerpos de Rafael y Juan fueron encontrados el día 31 de octubre de 1972 sobre las diez de la mañana, casi dos años y tres meses después, por el guarda jurado del Cabildo Insular de Lanzarote Marcial Cabrera de la Cruz con la incógnita de misterio.

 

Según el informe oficial los niños murieron de frío entre la noche del cuatro al cinco de agosto de 1970 debido al batimiento del viento y a las bajas temperaturas en la zona donde quedaron atrapados. Sigue la nota oficial que fue de muerte accidental y no provocada por el difícil acceso al lugar. Por tanto queda por aclarar la imposibilidad de su localización en los rastreos que se realizaron y no observar aves rapaces que lo detectaran.

 

Los niños fueron enterrados en el cementerio católico de Haría en medio de una gran manifestación de duelo.

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