El Mirador de Guatifay

gregorio

Por Gregorio Barreto Viñoly

 

 

De las ocupaciones de la gente en la Antigüedad
La gente en general, incluyendo a hombres y mujeres, y centrandonos ahora en los que haceres de nuestro entorno, se ha dedicado a lo largo de la historia y prehistoria a muy distintas ocupaciones, unas tomadas como un oficio o pro-fesión, y al fin como un medio de vida, y otras de una forma cotidiana, solidaria, colaboradora o altruista al fin, pero que, de una forma o de la otra, ha ejercido o empleado su tiempo en algo que ha sido beneficioso para la convivencia en la comunidad de vecinos o entornos sociales.



Antiguamente, e incluso hasta los años de 1950, al menos en nuestro entorno más cercano, fueron muy bien apreciados los denominados oficios, que era algo que denotaba la profesión y al f in el medio de vida en que se ejercitaba la persona, y fueron considerados los ejercitantes como personas muy bien consideradas y muy respetadas, y eran equiparados a los que ahora tienen o tenían entonces una profesión, formado en alguna Universidad o Institución Cultural o Educativa, hasta el punto de que a esta gente se le solía adjudicar el Don, o la denominación de maestro, mientras que los demás eran seño o señor, pero es que antes no se podía estudiar porque no había medios para ello.

Digamos que los oficios más apetecidos y mejor considerados antes eran los de carpintero, cuya profesión tenía derivaciones de ebanistería y tonelero al menos.También era muy apetecido el oficio de albañil, el cual antes más bien se denominaba mampostero o pedrero, y se hacían los trabajos en especial con piedra y barro, pero también estaban los trabajos con piedra seca, o piedra sola. Era muy apetecido el oficio de zapatero, y el titular se la llevaba todo el día sentado en un cuar tito, con su trabajo, esperando a sus clientes, y recibiendo y repartiendo las novedades últimas que circulaban por el pueblo, descansando los lunes. También era muy apetecido el oficio de barbero o peluquero, habiendo varias barberías en los pueblos y los varones tenían que pelarse o afeitarse los domingos.

También había en los pueblos algún latonero u hojalatero, que nos arreglaba nuestros utensilios hechos con latón, como los regadores, cacharros y tantos otros. Teníamos también a los denominados herreros, que en especial nos arreglaban o preparaban nuestras herramientas o utensilios de labranza, con la fragua y el martillo, en diversidad de formas, y era una profesión apetecida, pero poco extendida. También existió la profesión de cestero, que era bastante dura, y estuvo bastante extendido en el Valle de las 10.000 palmeras, con hasta ocho y más cesteros. Estaba también la profesión de mecánico, que es relativamente nueva porque hasta 1920 apenas había algún vehículo de motor.

Fue apetecida, pero poco extendida. Digamos por otra parte que en la antigüedad hubo mucha dedicación al trabajo altruista, como fue el de curandero, pues los que profesaban esta dedicación eran personas muy sacrificadas, que no cobraban nada y se desplazaban a burro o caminando a grandes distancias y hasta de noche en el municipio, como practicantes, en heridas, puesta de inyecciones, ventosas, diarreas, dolor de cabeza y barriga, mal de ojo, pomo, con sus muchos santiguados, el desconche, par teras, lamparón, los sacamuelas, y hasta se hacían muchas curas a animales domésticos, cuando antes tantos animales había.

 

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