Balcón de Haría Gregorio Barreto Viñoly

Gregorio BarretoDe la marisquería y los mariscadores de la antigüedad

 

En la remota antigüedad había pocas formas de buscarse la vida para poder escapar con su familia formando una familia, siendo el de la pesca uno de los pocos medios a que se dedicaba la gente, que con el pastoreo, agricultura y poco más, se las arreglaban para poder seguir viviendo en este valle de lágrimas.

 

Para el marisqueo la gente tenía en especial dos opciones principales, y la cosa era elegir la mar de arriba, que era toda la zona de debajo del risco, con Los Lomillos, o la mar de abajo, que era toda la zona desde Arrieta, cogiendo toda la costa hasta las cercanías de Órzola, y vaya que los mariscadores poco conocedores de la labor se las arreglaban cogiendo lapas, burgaos y poco más, pero los mariscadores más conocedores del hábito, se dedicaban primordialmente a pulpiar y morenear y los más acostumbrados llegaban a coger buenas cantidades de estos mariscos; y ello en una época en que se vigilaba muy poco por la Administración y no se exigía ni permiso para llevar esta labor, aunque ya existiera la ley, pero luego vino la vigilancia más rígida y había que hacerse o gestionar un permiso expreso o especial para ello.

 

Antes había muchos jóvenes amañados que conocían el marisqueo, en especial el pulpiar y coger morenas y así cogían pulpos y luego los arrastraban por el charco o la zona, y mordían las morenas que luego caían, y es que antes había mucho más libertad para esto.

 

Recuerdo ver a algunas viejitas de entonces, y otras no tan viejitas, y hasta jóvenes, cómo preparaban sus botellas de escabeche, que luego con los trabajitos que ello conllevaba, dentro de la pobreza de la época, con una aguja sacando los burgaos de su concha, llenando las botellas, poniéndoles luego como final una pequeña cantidad de vinagre que cubría los burgaos, y que los conservaba y los vendían a un precio barato, porque no había quien pagara unos precios más altos.

 

Yo me referiré a los mariscadores antiguos que había en Máguez entonces, y recuerdo mucho ver a los vecinos Fernando Socas Clavijo, Andrés Betancor Reyes y mi hermano Julio Barreto Viñoly, que formaban un equipo y siempre iban juntos, cargando a sus espaldas la gena llena de ricos mariscos, y para trayectos cortos llevaban la gena a la espalda, pero solían también utilizar el burro para mejor cargar en trayectos posibles y cortos.

 

Pero digamos que cuando se iba a la mar de arriba, había que subir la gena colgada a la espalda y subir todo el risco y eso era una carga muy pesada, y aunque se turnaban, siempre resultaba algo fuerte.

 

Era interesante cuando se terminaba la jornada, el proceder al producto del volumen, lo que llegué a ver algunas veces, y era curioso el respeto que se notaba entre ellos, y cada cual se llevaba para su casa el producto de la marisquería que le tocaba, quedando la familia muy contenta con la parte que les correspondía, pero esos ya son tiempos históricos, no repetibles, porque las normas medioambientales exigen actualmente ostentar un título o permiso especial para la faena.

 

Había marisqueros en todos los pueblos, de los que desconocemos sus nombres, y nos centramos en la zona más conocida, como era la de Máguez y sus cercanías.

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