Balcón de Haría. Por Gregorio Barreto Viñoly

Gregorio BarretoDe las formas y modos de tener luz y fuego en la antigüedad más remota

 

Mucho ha evolucionado la sociedad en cuanto a los modos y formas de tener luz y tener fuego, desde los tiempos más remotos que hemos tenido que rebasar, hasta la actualidad más reciente.

 

En la antigüedad más remota, la gente no tenía medios ni modos para tener luz y fuego, pues ha tenido que pasar mucho el tiempo para que se fuera avanzando algo.

 

En los tiempos más ancestrales solo había luz de día, porque de noche no había medios, y se empezó en la muy remota antigüedad a conocer los efectos que se notaban al frotar un hierro, metal o cosa dura con una piedra muy dura o especial, de que se producía una chispa, y se fue conociendo los efectos de la yesca, y así esa chispa que se obtenía se dirigía a esta yesca, que ardía con mucha facilidad, y así se fue evolucionando esta modalidad, hasta el punto de que muy antiguamente se encendía algún madero como la tea y se aguantaba este madero según la pericia con que se contaba, hasta que luego vinieron otros medios como el carburo, que prestó un buen servicio en aquellos tiempos remotos.

 

En aquellos tiempos se presentaban rayos y ellos llegaban hasta a quemar algo y se veía la luz y el fuego, con quemas de bosque y sus consecuencias, a veces.

Pero en aquellos tiempos cuando se empezó a conocer la importancia de la yesca, hierba que se producía en El Risco o en sus orillas o bordes y también abundaba en los bordes de riscos de la Montaña de Haría, especialmente, y así valiéndose de un eslabón con que se frotaba una piedra muy dura, que se conocía por pedernal, o pedesnal, y que los viejos las conocían o diferenciaban, y se aprovechaba la chispa, siendo el primer destino encender la yesca, y luego se pasaba a algún elemento que prendiera el fuego.

 

Luego fueron apareciendo y descubriéndose mechas, mecheras, mecheros, fogones, fosforeras, encendedores, linternas y otros elementos con que conseguir la lumbre y el fuego.

 

En los tiempos más antiguos y hasta no hace un siglo, se empleaban por algunos los modos de encendido a través de la yesca y el pedernal, pero también existía casi al tiempo unas puntas de palillos como palos de fósforo, que se metían en un pequeño recipiente con aceite en su superficie, que se le decían pabilos, y ello daba luz y a se le llamaba luz de candil.

 

Luego fueron llegando los faroles, incluso se hicieron famosos los que se traían de Porto Etienne, las linternas grandes, los quinqués, los petromax y otros elementos que fueron llegando, y que fueron cubriendo las necesidades de luz y también de fuego.

 

Digamos que a principios de 1900, el alumbrado público se hacía mediante unas luces de carburo, durante unas pocas horas por las noches, en las calles más céntricas de Haría.

 

En finales de los años de 1920, Don Gabino Hernández Cruz, que tenía una molina de fuego, le acopló los dispositivos para obtener luz, y así daba en el casco de Haría unas horas de luz, y se avisaba cuando se iba a apagar, allá por media noche, y fue un adelanto en la época, cuando todo era oscuridad.

 

El Ayuntamiento de Haría consiguió subvención para electrificar los pueblos de Haría y de Máguez en el año de 1965, montando el Ayuntamiento su Planta Eléctrica a la entrada del pueblo de Haría, desde Los Cascajos, con alumbrado público incluso, como en Los Cascajos, y luego se fue mejorando la calidad del servicio, hasta que a principios de los años de 1970 se fue entregando a la Empresa Unelco, y ya el Ayuntamiento se liberó, al no tener medios.

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